República
Bolivariana de Venezuela
Ministerio
del Poder Popular para la Educación
U.E
Colegio “Andrés Bello”
San
Felipe – Yaracuy
COLONIZACIÓN EN
Docente: Pilar Cardona
Alumno: Johan Lopez
2do año “A”
Febrero-2014
Desde su comienzo, los Países Bajos fueron una de las mayores potencias coloniales de la época.
A partir del siglo XVI, comerciantes holandeses irrumpieron en las colonias españolas de las Antillas, estableciéndose en las Antillas Menores (Curazao) y en zonas de Brasil de donde fueron destituidos en 1654. Aunque permanecieron en Surinam y parte de las Guayanas, donde desarrollaron durante los siglos XVII y XVIII una economía de plantación para abastecer de productos tropicales a Holanda. El desarrollo del sistema de plantación en estas colonias fue tan grande, que condujo a una de las mayores concentraciones de esclavos en el siglo XVII y a una feroz lucha de los esclavos por su libertad.
En América del Norte comenzaron su entrada para el 1609, cuando un navegante inglés al servicio de una colonia en las Guayanas. En cuanto al régimen administrativo implantado por los holandeses durante la época colonial se puede mencionar que en sus orígenes fue similar al inglés y al portugués dado el carácter de entidades o establecimientos comerciales que tuvieron sus efímeras colonias. Sin embargo, la colonia que durante varios años lograron establecer en Brasil fue gobernada por un miembro de la familia real. En las islas que conservó se estableció años después, un gobierno más subordinado a la Corona holandesa.
Al fin, las colonias holandesas en América fueron provisionales, poco duraderas ya que sus intentos fueron frustrados por ingleses y portugueses, de ahí que sólo permanecieran con algunas posesiones del Caribe, aunque existe hasta nuestros días el Principado de Laitec en el archipiélago chileno de Chiloé y cuya Princesa Regente es Elisa Amelia I.
Holanda (Países Bajos) Fundo pequeñas colonias estratégicas para su comercio pero no fueron perdurables. En su intento por apoderarse de Brasil logró establecerse en Recife y otros puntos de la costa norte; sin embargo los portugueses mantuvieron su límite. En norte América la compañía Holandesa de las Indias Occidentales fundó nueva Ámsterdam, hoy en día Nueva York.
Holanda había perdido ya su protagonismo en América, suplantada por los ingleses, que se apoderaron de sus colonias en Norteamérica. La Nueva Holanda antártica fue recobrada por los portugueses y la Compañía de las Indias Occidentales propugnó, desde entonces, una política de sostenimiento de pequeñas claves de comercio y contrabando, en vez de la posesión de grandes colonias, que resultaban muy costosas de defender. Fue una buena política, dicho sea de paso, porque le permitió obtener excelentes ingresos, dominando cómodamente una parte del comercio indiano, sin necesidad de sufragar la construcción de fuertes y el mantenimiento de tropas. El complejo colonial americano de Holanda se limitó a San Eustaquio, las llamadas islas Inútiles y a la Guayana.Las Islas Improductivas, llamadas así por los españoles que fueron incapaces de sacarles un buen rendimiento, se transformaron en manos de los holandeses en verdaderos emporios comerciales. A Curazao, Aruba y Bonaire llegaron en busca de sal, como vimos anteriormente, pero pronto comprendieron que eran mucho más beneficiosas transformadas en tiendas abiertas frente al escaparate productivo que las rodeaba. Las proporcionaron de toda clase de géneros e incluso esclavos, y pronto llegaron a ellas balandras de la cercana costa venezolana con cacao, azúcar, algodón, frutas, legumbres, etc. que intercambiaban por manufacturas. En Curazao, donde no había cultivos a causa de la aridez del suelo y la falta de agua, se conseguían ajos, cebollas, cazabe, cítricos, etc. aparte de holandas, bretañas, paños ingleses, entre otros. Los holandeses practicaron luego un contrabando agresivo, llevando sus balandras cargadas de productos hasta la costa atlántica colombiana, las grandes Antillas españolas, Centroamérica y la costa atlántica mexicana. Los piratas españoles de Venezuela, Puerto Rico, Santo Domingo, trataron de obstaculizar este contrabando, especialmente después de 1718, lo que motivó muchas reclamaciones por parte de los gobernadores de Curazao y hasta de los mismos Estados Generales.
El Gobernador de Curazao Jan Noach Du Fay llegó a considerar que las acciones de los corsarios españoles eran propias de piratas y perturbadores del bien común y se puso de acuerdo con su colega, el Gobernador de Jamaica, para organizar una flotilla que limpiara el Caribe de ellos. Los Estados Generales tomaron cartas en el asunto protestando en 1725 y, finalmente, ingleses y holandeses convocaron un Congreso en Soissons (1728) para estudiar el problema. Presentaron sus quejas e hicieron su solicitud al monarca español para que pusiera fin a dicho corso, pero no pudo llegarse a ningún acuerdo ya que no estaban dispuestos a renunciar a comerciar en la América española, única fórmula que Felipe V estaba dispuesto a aceptar. Tras el Congreso, los holandeses e ingleses reanudaron el contrabando con mayores bríos, y los españoles su corso, que motivó ya duros enfrentamientos por la presencia de los guardacostas de la Compañía Guipuzcoana (creada en 1728), a la que la Corona le había encargado el comercio de Venezuela y la represión del contrabando. En uno de los meses de 1733, estos guardacostas apresaron nueve barcos holandeses y luego, entre febrero y mayo de 1734, cinco balandras holandesas, lo que da idea del contrabando existente. La Guerra de la Oreja tampoco resolvió nada y los holandeses pudieron seguir contrabandeando desde Curaçao sin mayores problemas hasta fines de la dominación española en América. Sus islas fueron invadidas por los ingleses durante las guerras napoleónicas, siendo después restituidas.
San Eustaquio no formaba
parte de este complejo, pues era una isla situada en el Caribe Oriental. Fue
gran plataforma para el negocio negrero durante todo el siglo XVIII, además de
un importante centro de contrabando (era puerto libre) con Centroamérica y un
apreciable centro azucarero.
La colonia holandesa de la
Guayana prosperó gracias al tráfico y al cultivo de algunos productos
tropicales. La colonia pertenecía a una Compañía Privilegiada, que autorizaba
el intercambio con toda clase de buques y naciones. Su principal negocio era
comerciar con Curazao y con la Guayana venezolana. La llegada de colonos
holandeses procedentes de Brasil mejoró los cultivos de azúcar, cacao, café y
algodón. En 1770, había unas seiscientas plantaciones y gran número de
esclavos, lo que permitió exportar productos coloniales a Holanda. Casi un
centenar de buques de la metrópoli recalaban por entonces en sus puertos en su
ruta a Curazao. En la década de los setenta, la colonia tenía ya unos 80.000
habitantes, de los que unos 5.000 eran blancos. El resto era población de
color, fundamentalmente esclava. Su capital Paramaribo era un próspero centro
comercial, con casi dos mil blancos. Surgieron entonces levantamientos de
cimarrones, para dominar a los cuales fue preciso pedir ayuda a los Estados
Generales. La campaña contra los esclavos alzados duró cinco años y terminó
cuando se logró expulsarles a la Guyana francesa. La Guayana revirtió a los
Estados Generales en 1791. Cinco años después fue invadida por los ingleses, que
restituyeron el dominio en la paz de Amiens. Nuevamente invadida por los
británicos en 1803, quedó luego cercenada, pues los ingleses sólo cedieron
Surinam a los holandeses, quedándose con el resto para formar la Guayana
británica.
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